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miércoles, 21 de abril de 2010

DESDE SEVILLA

FERIA DE ABRIL EN SEVILLA
por
María Sánchez Fernández

Y llegó la primavera… Y se durmió el silencio del duro invierno en su nido vacío de perfumes y de cálidos gorjeos. Y sueña acurrucado…, vencido…, cansado…

Y despertó la savia, saliendo a la luz como un torito bravo que pinta su bravura con pinceles y paleta de colores en las plazoletas y en los jardines; en los parques y en las avenidas; en las almas y en los corazones…

Y Andalucía hierve en azahares y en jazmines; en manzanilla de oro; en trotes de caballos tordos; en requiebros de miel y luna entre rejas cuajadas de claveles rojos mientras una copla rasga el aire enredándose en las cuerdas de una guitarra.

Y las fuentes ríen y las estrellas callan mirando con embeleso a Sevilla que entra escoltada por alazanes blancos como una reina gitana en su gran feria de abril.

Revuelos de volantes recamados de encajes y lunares pasean a la grupa de acompasados trotes guiados por juncales mozos tocados con sombrero de ala ancha, ceñidos por chaquetilla corta y calzados con ricas espuelas de plata; mantones alfombrados de jardines ciñen con grandes flecos la esbeltez de cinturas quebradizas; repiqueteos de castañuelas al compás de sevillanas rompen los silencios de la noche que se ilumina retando a la luna con miles de farolillos de colores mientras corre el vino fino, el rebujito, la alegría y la copla.

Y Sevilla ríe, como mocita casadera, a la sombra mañanera de los naranjos cuajados de azahar; entre lluvia de jazmines en el atardecer dorado; entre el rumor adormecido de las aguas de su río Guadalquivir que abrazan mimosas la Torre del Oro. ¡Sevilla! ¡Sevilla! Engalanada siempre de sol y piedra enredada de jazmines trepadores; enamorada siempre de su Puente de Triana mientras se mira en el redondel blanco y albero de la Maestranza.

Y allá, más arriba… La Giralda …

En el alto campanario el Giraldillo vela. Sus pájaros de bronce voltean en la mañana, enloquecidos, cantando con sus picos de badajo bienvenidas y alboradas entre bandadas de palomas blancas.




¡¡SEVILLA!!



¡Ay, Sevilla…., Sevilla!



Me perderé en tus plazas

cuando el azahar se encienda

en hogueras de nieve.



Cuando el rumor del agua

se funda con el aire

y crines de alazanes,

tan blancos como lunas,

se enreden en los dedos de la tarde.



¡Ay, Sevilla…, Sevilla!



Me perderé en tus calles

cuando el día se apague

y el horizonte prenda

sus candeleros rojos.



Cuando escuche el silencio

de mudos muecines

recitando reclamos

en el alto alminar

de tu vieja mezquita.



¡Ay, Sevilla…, Sevilla!



Me perderé en tus puentes

cuando el alfanje plata

de ese río agareno

te multiplique en risas de colores.



Cuando la noche abra

sus cofres de fragancias

y te lluevan jazmines como vuelos

de mariposas locas.



¡Ay, Sevilla…, Sevilla!



Me perderé en tu alma. ¡Ay, Sevilla!





Sevilla – del poemario “En los silencios del alma”

Música – Sevilla de la suite Iberia de Albéniz



Una edición de María Sánchez Fernández

Editora – Adjunta para la Presidencia

del Club Universal de Poetas y Escritores

y de la Academia Virtual de Letras y Artes Nobles

www.sabiduriaysensibilidad.com

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