Sus poemas son una ruptura con el Modernismo imperante, con el lenguaje en uso, fruto exhausto ya de las diversas vicisitudes del Romanticismo, las influencias francesas del Parnasianismo y el Post-parnasianismo; ruptura que podemos situar en el ámbito estilístico del lenguaje.
“Antes, la poesía venezolana no había tenido una expresión de tipo intelectual puro”
Rafael Clemente Arráiz
El poeta se presenta con su individualidad bien marcada, original y creadora, su aguda inteligencia, unas aptitudes intelectuales y unas angustias existenciales que no pudo fácilmente compartir o confrontar con su entorno, destinándolas a sus versos:
Íbame por la senda en soledad. La vida
abrió un largo paréntesis de noche en mi camino…7
Destaca un versolibrismo atento a la musicalidad; el poeta hace uso de las asonancias y las consonancias, utiliza en algunos de sus poemas la rima como cadencia lenta del canto en el verso, como el ritmo que marca la modulación de la palabra poética:
Siempre solo, callado, en los labios un dejo
de amargura, otras veces una vaga sonrisa,
aqueste ser huraño aunque en veinte años frisa
tiene ya la perfecta serenidad de un viejo.8
Ay! Yo vine a esta senda con el alma dolida
añorando el olvido, y el olvido tardío,
con sus brazos de sombras arrancó de mi vida
algo muy doloroso, pero que era muy mío…
y hoy añoro del alma esa parte perdida! 7
Soltura en algunos juegos metafóricos que contienen vigorosos contrastes entre reflexivos y confrontadores; con algunos ramalazos modernistas, como esa plena confianza en el poder sugerente de la metáfora, la alegoría, etc… sin perder la sobria elasticidad de orden impresionista en las ágiles imágenes:
“Se va borrando el prólogo violeta de la noche” 9
“ hay carnes imposibles con olor de quimeras!” 9
“Viejos parques anémicos, mohosos, carcomidos,”10
“ Y en estas dulces tardes de los grises neuróticos,” 10
“ y la luna se arrastra, blanca, sobre el pantano…” 10
“Y mi canto se pierde como el cristal de un río” 11
Enfatiza la intensificación en cuanto a la sintaxis de la expresión final en el cierre oracional en algunos versos de todos, absolutamente todos sus poemas. Es la figura del phatos que expresa la fuerza del estado de ánimo del poeta, marcando la cima emotiva de la composición con la exclamación que cierra el verso.
La convicción con que Mármol escribe su poesía, nos muestra, un instruido y ávido lector, conocedor de la melancolía y ese hastío que son el leiv motiv de casi todos sus poemas; un eco diferente, un poeta lírico singular, rebelde, vigoroso y “enlutado”; versos abrumados de incertidumbre, anhelo trascendental y exaltación; poeta de lo predestinado, de la desgracia vital de ese sentimiento de fatalidad en la lucha vaga y eterna de la humanidad, con una mirada replegada en sí mismo, mirada íntima a la que asistimos en el debate del “yo” del poeta con el consigo mismo del “otro”:
Todos iban desorientados:
perseguían un objeto próximo;
unos iban a su trabajo,
otros al trabajo de otros…
Los ojos errantes y vagos,
hacia la mancha de los pinos
cruzo indolente un enlutado…
-A dónde vas?
-No sé- me dijo.
Todos iban desorientados,
y el enlutado hacia sí mismo! 12
Interrogando, increpando a Dios por no atender las súplicas, los ruegos angustiosos de los hombres, las lágrimas de las multitudes, las quejas dolorosas del destino por el que viven y luchan vanamente, en una poesía que empieza a filosofar:
Habló a su vez el Dios, con una voz extraña:
sorda como el rumor del viento en la montaña
a ratos; suave como una caricia, a otros;
y en veces dura como un galopar de potros
una voz que era de hierro, seda y dolor e ira:
-La dicha, la desgracia, la victoria: mentira!
Te digo que muy poco valen las realidades
-sombras, luz…¿qué más da?, sobre un agua corriente,
muchedumbre irrisoria en nuestras soledades
que quedan soledades irremediablemente… 13
Pero en cambio, nada pide para él, es el hombre quien se angustia en la búsqueda de ese “ardor divino” y “el otro” que atormentado por ese extraño mal escribe:
Pero tú, nada pides?
- Nada pido…
-De modo
que no tienes deseos?
- Sí, por Dios!
- Luego, ¿todo
cuanto deseas logras, alcanzas cuanto esperas?
- No, por mi fe; yo tuve mil sueños fracasados;
mas, qué importa! son bellos frustrados o logrados:
para que se renueven yo podo mis quimeras 13
“Un venezolano que hubiera nacido en las últimas décadas del siglo pasado -el 70, el 80, el 90- y cuya edad de razón correspondiera a los regímenes de Castro y Gómez, no habría visto en torno suyo ni podía aspirar ni desear otra cosa. Lo que entre nosotros se llama cultura no es propiamente la identificación o comprensión con la tierra sino la fuga, la evasión”.
Mariano Picón Salas
Luis Enrique Mármol pertenecía a esa clase privilegiada de hombres; culto, inteligente e hipersensible, nacido en esos momentos de la historia venezolana, atrapado en ese ambiente político-ideológico; y en ese mundo gira su poesía en torno a su propia individualidad donde se refugia agobiado, atormentado y decepcionado del universo que le toca vivir, haciendo los primeros esfuerzos contra el Modernismo decadente y tan aplaudido frenéticamente en los recitales auspiciados por el tirano Gómez.
Y entonces, despliega el amor a su tierra, a su Patria:
“Y por dulce Patria este dolor de amor
cuya inmensidad íntima cabe en cada dolor!”
(…)
“Y esta emoción de Patria, donde apunta, seguro
y ansioso, el gesto del sacrificio futuro!” 4
En este poemario, como ilustre miembro de la Generación del 18, subjetiviza el paisaje melancólico como el alma del poeta, valora el entorno destacando elementos de los que no se ocuparon los anteriores movimientos, haciendo de la naturaleza un objeto de meditación, amigo de senderos solitarios, de follaje sereno y sombras apacibles, de bosques penumbrosos y tardes de grises nostálgicos:
Viejos parques anémicos, mohosos, carcomidos,
donde tuércese el viento, silbando entre los robles,
tus viejos robles, dolorosos como gemidos,
retorcidos cual fósiles esqueletos innobles!
(…)
El sol tenía anemia, como la luna, pálido,
la tarde extendía sobre la abrupta sierra;
un pino impresionista, puntiagudo e inválido,
temblaba bajo el frío que plateaba la tierra.10
En este marco que ya es asomos de la Vanguardia, se integrará perfectamente este poemario “La locura del otro”, aporte peculiar a la poética central de la Generación del 18, de un idealismo filosófico de raigambre bergsoniana donde el hombre no sólo se percibe a sí mismo como durée réelle, sino también como élan vital.
Herético, iconoclasta, ajeno a toda cultura escolástica, expresa:
Vida, dame la estúpida serenidad de un santo
o vuélveme mis locas inquietudes de ayer! 14
Y la verdad, glotona de sueños insaciable:
-Pobre espíritu enjuto, pobre carne maleable,
Alucinada de amor y de luz,
Encontrarás el tedio en todo lo invariable,
En dolor del anhelo en lo inestable,
¡y hasta después de muerto soportarás tu cruz! 14
Y el Dios vuelve hacia ellas sus pálidas miradas
pero se queda mudo, inexorablemente…13
Su ilusión revive al evocar la hermosa ingenuidad de la infancia en su constante soñar con bondad, ternura, belleza que sólo percibe el alma infantil:
Y así la vida toda, llena de perspectivas
renovadas sin tregua, con enorme fe lírica
en la bondad, en la ternura, en la belleza!...15
¡Ah mi loca confianza en el bien de la vida,
el balbuceo alado de las primeras rimas,15
Y aún le queda embeleso para la mirada de la mujer amada, convertida en categoría de ilusión, de don casi inalcanzable, es a ella a quien canta:
Viene a mí tu recuerdo, y tu recuerdo apresa
como un cristal a mi alma rebosante de sueños;
tu nombre es una lengua de llamas que me besa;
tu suavidad es bálsamo de ideales beleños! 16
Me juzgas simple y ser perversa quieres;
estás inerme y no has adivinado
que soy una emboscada de deseos! 17
Hay una conciencia pesimista en todos los poemas de este poemario “La locura del otro”, es una convicción melancólica de la inutilidad del entusiasmo en la vida, la felicidad, que el poeta considera absolutamente inalcanzable. Luis Enrique Mármol se “encuentra” en sus poemas con el “otro”, una versión de su mundo, y ese “otro” funciona como árbitro, como amigo confidente, como conciencia de ser, juntos recolectan sueños, divagan, objetan, sufren, cuestionan la existencia; y ellos “el poeta” y él, “el otro” se dan cabida dentro del desorden del mundo, en el turbio desaliento del desconcierto de la vida, en los en su mayoría codiciosos cambios sociales; donde cada rasgo poético deja de ser objeto de lujo verbal y se vuelca en la conciencia del alma:
Los bosques penumbrosos no me sugieren nada
nuevo; y me han invadido dolorosas angustias;
mi alma es como una casa hoscamente cerrada 11
¿Cuál es el yo recóndito y cuál el fútil, cuál el modelo y cuál la réplica en este inquietante acervo interior? No puede afirmarse, pues en el orden de la conciencia “el poeta y el otro” nacen simultáneamente en un sólo y mismo acto poético.
La dimensión ontológica de su poesía, su léxico conceptual y filosófico, nos recuerdan, las tendencias introspectivas en un camino sin retorno hacia uno mismo, del poeta boliviano José Eduardo Guerra (1893-1943), en su poemario “Estancias”:
“Por donde voy pasando voy dejando / algo que es de mi ser sin ser yo mismo / y me presento al mundo disfrazado / con disfraz de pasión mi escepticismo”, “para vivir es ya muy tarde, / para morir es muy temprano”.
Nos señala el escritor venezolano Rafael Clemente Arráiz:
“Pocos, como Luis Enrique Mármol, fueron, ni son, tan viva vena de intimidad derramada hacia la angustia. Fino cerebro inquisidor, mirada profunda y en permanente trance de hallazgo, la sustancia suya es aquella esencial a todo soñador veraz. De la intimidad, su poesía se nutre; poesía dramática, en densos remolinos reflexivos, que, culminantes, lo entregan a la desolación.”
Muere el poeta, tal como lo había presentido en su poema “Canto de ingenuidad” del poemario “La locura del otro”:
Y han pasado los años… y han pasado los sueños,
y la Vida ¡la vil! sólo se rinde a golpes…
y el alma que ha perdido su quijotismo impávido,
en el estremecido reposo del acecho
sólo el momento espera para el zarpazo enorme…
y ojalá la sorprenda la muerte antes de darlo! 15
(Ah! fue cuando mi ingenuo sentimiento mancharan
con mis heridas y las heridas de otro,
y un entreabierto lirio que llevaba en el alma
no se mustió de golpe, pero tornóse rojo!) 15
Y el libro primigenio, su primer y único poemario “La locura del otro” queda terminado y con él la poesía de Luis Enrique Mármol, de “aquel otro…” que anduvo por entre sueños “loco como la vida”, entre los laberintos de su estro, dejándonos a la intemperie con él, en la antesala de su dolor, en el zaguán de sus tristezas, y… su lector será, un lector-poeta.
Un dolor transparente de mis pupilas rueda,
y esta rutina que pugna por ser, tan sólo queda
de aquel otro que estaba loco como la vida! 18
Referencias Bibliográficas.
Extractos de poemas:
1. “Misantropía”
“El viento que me nombra”. Luis Enrique Mármol. Monte Ávila Editores C.A., 1976.
2. “El apóstol maldito”
“El devenir de la palabra poética”. Vilma Vargas. Venezuela Siglo XX. Universidad Central de Venezuela. 1980.
3. Dedicatorias
4. “Canto de exaltación”
5. “Canto absurdo”
6. “Claro recuerdo”
7. “Incoherencias”
8. “Siempre solo”
9. “Paseo”
10. “Paisajes”
11. “Hoy tengo un ansia…”
12. “Todos iban”
13. “El nuevo evangelio”
14. “Iluso ayer”
15. “Canto de ingenuidad”
16. “Una mujer llena de luz”
17. “Motivos triviales”
18. “Aquel otro…”
“La locura del otro”. Luis Enrique Mármol. 1ª edición. Monte Ávila Editores Latinoamericana, C.A., 2007.
Obra Literaria:
“Pastiches Criollos”. Luis Enrique Mármol. Caracas, Tip. Venezuela, 1924.
“La locura del otro”. Luis Enrique Mármol. Caracas, Lit. y Tip. Vargas, 1929.